El mejor lugar, Auroras Boreales
por Aleho Montoya · Publicada · Actualizado
Auroras Boreales
La planificación de un viaje en invierno comenzó como una simple búsqueda de un lugar para hacer snowboarding en algún país de Europa. Nunca antes pensé que terminaría viendo algo que quería ver desde mi adolescencia. Me decidí entonces a omitir el snowboarding y me esforcé por ver las auroras boreales en el norte del planeta. Exactamente en Kiruna Suecia.
Opté entonces aquella noche de diciembre a planear mi viaje a Suecia. En mi caso, era posiblemente el lugar «más barato» a donde yo podía viajar. Las auroras boreales suceden únicamente en el norte y sur del planeta más que todo durante invierno. Suecia, a pesar de ser un destino muy costoso, me estaba ofreciendo vuelos muy baratos y pude encontrar un hostal (algo así como un campamento en el bosque) muy económico. Así que con mi viaje planeado y todo listo empecé mi viaje desde Berlín.
– Mi primer destino fue Copenhague en Dinamarca, luego fui a Estocolmo en Suecia y después volé a Kiruna en el norte de Suecia.
Desde el momento en que el avión fue aterrizando me di cuenta que estaba llegando a un destino que me encantaría. Todo era blanco cuando miraba por la ventana. La nieve ocupaba el 80% de mi vista y el otro 20% eran los arboles que aun sobresalían sobre la espesa nieve. Cuando me baje del avión, el piso estaba blanco y un termómetro ubicado a la entrada del aeropuerto marcaba -10°C. Este fue un excelente comienzo y yo no podía estar más feliz. Me hospedé en un hostal-campamento llamado Camp Alta. El servicio fue excelente. Me recogieron en la ciudad y me llevaron al lugar ubicado a unos 15 minutos del centro de Kiruna. El lugar es espectacular y queda situado en el medio del bosque, lo que lo hace perfecto para poder ver las auroras boreales. Polución reducida como también iluminación son condiciones que facilitan la vista de este fenómeno.
Al llegar al campamento me sentía muy emocionado. Me dieron una pequeña casa donde pasaría las siguientes 3 noches. Tenía mi propia cocina y calentador. El campamento tenía un inmenso lago el cual estaba congelado. Tenía dos saunas, uno pequeño y otro grande. También tenía una zona común donde la gente por lo general se encuentra para hacer asados y tener charlas agradables acompañados de una buena fogata. Excelente lugar para mis cortas vacaciones.
El hecho de estar en el norte del planeta y estar en invierno no te asegura que verás las auroras boreales. Un cielo despejado será lo que necesitas para poder verlas bien. Mi primera noche no estaba precisamente diseñada para mostrarme esos colores que con tantas ganas quería ver. La niebla era muy intensa y lo único que se veía era una espesa bruma en el cielo. Me resigné, igual me quedaban dos noches más y muchas más cosas por hacer en el campamento.
Decidí entonces entrar al sauna en la noche con unos nuevos amigos que conocí los cuales trabajaban para Spotify. Eran un grupo bastante alegre y con los cuales me divertí bastante. La temperatura adentro del sauna podía alcanzar aproximadamente 70°C. La principal actividad dentro de este era saltar a el lago (pequeño hueco adentro del sauna) con temperaturas menores a -15°C y salir a la nieve con temperaturas menores a -20°C. Con las personas que había conocido decidimos hacer las 2 cosas. Saltamos al lago y salimos afuera del Sauna.
- Sensaciones diferentes para nada dolorosas y mucha frescura en todo el cuerpo.
- Casi me congelo cuando estaba en el lago, pero el calor en el sauna era tanto que necesitas esa frescura.
Mi segundo día en este paraíso empezaría con un tour de motos de nieve, después de las cervezas del día anterior mi cabeza se acomodaba para sentir un poco de adrenalina. 9:30 am era la cita en el «changing room». Ropa de invierno puesta, casco y gafas en su lugar. Éramos un grupo de casi 21 personas todos en su moto. Yo había pagado precio para compartir la moto porque era más barato, pero como en total éramos un número impar y yo era el único viajando solo, me toco moto para mi solo. Salimos a disfrutar de esos blancos paisajes que tanto quería ver y fotografiar. El cielo aun seguía nublado y en muchas partes era imposible diferencia donde estaba el horizonte porque todo lo que veías a tu alrededor era blanco-gris. La moto en la que yo andaba podía alcanzar 100 km/h y la adrenalina que sentí fue bastante. Nunca antes había montado en una moto de estas.
Nos dirigíamos a observar un famoso hotel hecho de hielo en las afueras de Kiruna. Digamos que el hotel es muy bonito pero yo no pensaba pagar casi 130 Euros para entrar y hacer el tour. Pero acá es donde mi suerte continuaba. Abrí una puerta simplemente para explorar y ver que había. No había absolutamente nadie afuera y cuando entré solamente había una muchacha hablando con alguien más. Yo seguí caminando y me encontré con una especie de iglesia . A los lados de ésta, habían unos corredores a los cuales me dirigí y cuando menos pensé estaba adentro del hotel. Las habitaciones si eran muy bonitas, con esculturas en muchas de las habitaciones y un estilo bastante único. No tuve que pagar nada y pude apreciar ese lugar. Tomamos las motos y de nuevo para el campamento. Mas adrenalina y un atardecer espectacular esperaba por nosotros.
Al llegar al campamento, los chicos de Spotify se disponían a salir y hacer Cross Country Skiing adentro del bosque y la idea me gustaba bastante. Me puse mis ski y salí a correr. La arrendada de los ski fue tan solo 10 euros por el tiempo que uno quisiera. Los paisajes que pude divisar fueron de película. Cosas que nunca antes había visto y que como buen amante del frió y de la nieve que soy siempre quise ver.
- Arboles cubiertos de blanco
- Nieve que parecía polvo
- Nieve que te llega hasta la cintura,
- Nieve que te golpea en la cara
- Nieve y mucha más nieve.
Parecía un niño un 24 de diciembre abriendo los regalos de navidad. El viaje duro aproximadamente 2 horas pero con los paisajes que tienes te puedes pasar todo el día practicando ese deporte.
De vuelta a el campamento nos toco un atardecer espectacular y con él llegaba una noche que prometía bastante. El cielo aun estaba un poco nublado pero la gente seguía diciendo que era muy probable que las viéramos esa noche y el pronóstico en internet también lo confirmaba. Así que me prepare psicológicamente con la ropa apropiada para quedarme bajo temperaturas de -15°C durante la noche esperando por las auroras boreales . Preparé mi cámara y todos mis accesorios y salí. El cielo estaba muy nublado, un poco menos que el día anterior pero aun esperaba que las pudiera ver. Me llevé una cerveza, un par de chocolatinas, una linterna y un pedazo de madera. Me alejé del campamento y caminé bajo la oscuridad que brillaba en el blanco de la nieve. Me alejé lo mas que pudiera del campamento para evitar las luces de las casas y poder sacar buenas fotos. Después de caminar por lo menos 20 minutos encontré mi espacio, me senté sobre el tronco de madera, acomodé mi cámara sobre el trípode, puse la cerveza a enfriar y me dispuse a esperar a que aparecieran las anheladas auroras boreales. Eran aproximadamente las 9:00 pm pero el cielo seguía muy nublado. Después de una hora el cielo se despejo un poco pero no tardo en volverse a nublar y las probabilidades se disminuían. Una cervecita bien helada ayudaba a tranquilizar mi ansiedad y a resignarme de que aquella noche no iba a ser la indicada y ya solo me quedaba 1 noche más.
Esperé hasta las 11:00 pm pero el cielo estaba muy nublado. Así que me toco «apretar nalga» en el día siguiente, mi último día. Empaqué de nuevo mis cosas y fui de nuevo para el campamento.
Tercer día y última noche en Camp Alta. Decidí entonces levantarme temprano y caminar un poco mas por el campamento mientras tomaba fotos. Cerca del campamento estaban los perros que corren en los trineos y estaban a punto de salir a correr con ellos. Craig, era un chico de Escocía con el cual me entendí muy bien y ya llevábamos un buen rato hablando de muchas cosas entre ellas su amor y mi amor por la fotografía. Él también es el encargado de abrir el camino en su moto de nieve para que los perros puedan caminar mas fácilmente. Los perros estaban listos, los pasajeros también y de repente Craig me dice: «Quieres irte conmigo en la moto de nieve adelante de los perros?» (no tenía que pagar nada), mi respuesta fue dada mientras él me preguntaba. No dude ni un segundo y preparé de nuevo mi cámara. Esta vez iba haber un poco mas de adrenalina ya que yo sabía muy bien como manejaba Craig. Y así lo fue, mucha más nieve, mucha velocidad y adorables perros corriendo como niños sobre la nieve. Que grata experiencia. Los paisajes de nuevo fueron espectaculares y el color blanco fue siempre el protagonista.
La noche llegaba y de nuevo mis ansias por ver las auroras boreales se incrementaban. Esta tenía que ser la noche. Si nos las veía esa noche gran parte de mi viaje iba a quedar omitido ya que ésta era la razón principal de mi viaje. El cielo estaba mucho mejor que las 2 noches anteriores, por lo menos podía ver estrellas y a medida que la noche avanzaba más y más estrellas iban apareciendo. La neblina sobre el cielo no estaba presente y mi anhelo por ver aquellas luces aumentaba cada vez más. A las 7:00 pm me dispuse a preparar mi cena con 2 amigas mas de Australia que había conocido. Ya habíamos chequeado el pronóstico y pintaba bastante positivo para aquella noche así que solo faltaba esperar a que se pintaran sobre el cielo. Alrededor de las 8:00 pm mientras nos encontrábamos cenando una chica entró gritando a la cocina diciendo: «Hay luces! Hay luces!» nosotros no pensábamos que iban a aparecer tan temprano. El pronóstico decía que iban a aparecer mas tarde pero al escuchar esto, tome mi cámara tan pronto como pude y salí a buscar un buen punto para poderlas divisar.
Tengo que admitir que salí corriendo, no quería perderme ni un solo segundo de ese espectáculo. Estuve tomando fotos con un grupo de chicos de España pero después decidí irme solo para otro lugar. Las auroras boreales son como la foto de tu mama. No importa como la fotografíes siempre va a quedar hermosa. Y así creo que fue. Me senté solo sobre la nieve a observar tan magnífico espectáculo que la vida me estaba regalando. El frió no era obstáculo porque mi mente estaba tan feliz que no dejaba que mi cuerpo lo sintiera. Caminé de nuevo hacía otro punto del campamento y después de estar tomando mas y mas fotos cometí el error de la noche. Me quité uno de los 2 guantes que tenia en una mano porque quería tomar una foto con el celular y el frió era tanto que no lo soporte ni 10 segundos. Traté de ponerme de nuevo el guante pero ya era muy tarde, el frió era demasiado y por más que traté de calentarme la mano metiéndola en todas las partes posible fue imposible hacerlo. Me toco devolverme para el campamento. Primero lo hice caminando pero el frió en mi mano se estaba incrementando y después me toco correr. Tenía la mano dormida y muy roja. Llegué hasta el baño y abrí el agua caliente pero no había. La mano la tenía muy roja y me toco tomar una medida drástica. Me tocó orinarme sobre ella. La orina caliente andaba sobre mi mano devolviéndome la movilidad que había perdido y dándome más tranquilidad. Al fin y al cabo no lamente mucho el haber dejado el lugar. La intensidad de las luces había disminuido y ya también estaba pensando en devolverme al campamento. Fui a buscar a mis dos amigas y a compartir la experiencia. Sueño cumplido! Me sentía muy contento. Esa noche dormí feliz!
Al siguiente día abandone el campamento y me iba a hospedar en una casa Couchsurfing en el centro de Kiruna. Mi suerte no había acabado. Zaida, la chica que me hospedó trabajaba en un Ski Resort y me dijo que si quería, podía ir a la montaña y que ella me podía prestar su tabla de snowboarding y que yo podía estar allí por el tiempo que yo quisiera. El snowboarding me apasiona bastante y no dude en responder que sí. Aunque las pistas eran un poco sencillas el perfeccionar mi rendimiento en la tabla de snowboarding hacían mucho más valiosa mi experiencia.
La noche llego de nuevo pero esta vez no me preocupé por ver más auroras boreales, quería explorar un poco de vida nocturna en un lugar tan frió y tan apartado del mundo. Salí con los amigos de Zaida a una discoteca. Las temperaturas eran demasiado bajas quizás -15°C y no me explico cómo la gente puede vivir allí. La fiesta fue muy normal, nada especial.